LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR

viernes, junio 30, 2006

Javier Marías, elegido académico de la RAE en la primera votación
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El escritor Javier Marías, «uno de los grandes novelistas españoles contemporáneos», fue elegido ayer académico de la Lengua, en primera votación y por amplísima mayoría, lo que demuestra el elevado grado de consenso que había suscitado su candidatura. Marías (Madrid, 1951), ocupará la vacante de Fernando Lázaro Carreter en la Real Academia Española y su candidatura fue propuesta por Arturo Pérez-Reverte, Gregorio Salvador y Claudio Guillén.

Salir elegido en primera votación es muy difícil, porque se necesita el apoyo de dos tercios del total de académicos en posesión de su plaza, que actualmente son 42. A la sesión de ayer asistieron 31 académicos y seis votaron por correo. En esa primera ronda Marías necesitaba un mínimo de 28 votos y logró 29. El secretario de la Academia, Guillermo Rojo, visiblemente satisfecho, afirmó que «es rarísimo» conseguir un consenso tan amplio como el logrado por el novelista, «aunque se sea candidato único», y destacó la importancia de la obra de Marías, traducida a 34 idiomas.

El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, compartía esa misma satisfacción y, en declaraciones a un grupo de periodistas, dijo que «está fuera de dudas que Javier Marías es uno de los grandes novelistas españoles contemporáneos, como lo demuestra la repercusión internacional de su obra». De la Concha contó que Fernando Lázaro Carreter le propuso en su día a Javier Marías que fuera académico, pero el novelista declinó la oferta porque su padre, el filósofo Julián Marías, formaba parte de esta institución y no le parecía adecuado.
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http://www.lavozdegalicia.es/se_cultura/noticia.jsp?CAT=106&TEXTO=4904109

domingo, junio 25, 2006

MEMORIA DE MIS PUTAS TRISTES
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-¡Dios mío!- exclamó Rosa Cabarcas-. ¡Qué no hubiera dado yo por un amor como éste!

sábado, junio 24, 2006

LA SOMBRA DEL CIPRÉS ES ALARGADA, capítulo XV
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Morir no es malo para el que muere, pensé; es tremendo para el que queda navegando por la estela que el otro trazó, [...]

martes, junio 20, 2006

CARTA A MARÍA
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Tienes catorce años y preguntas cosas para las que no tengo respuesta. Entre otras razones, porque nunca hay respuestas para todo. Y además, he pasado la vida echando la pota mientras oía a demasiados apóstoles de vía estrecha, visionarios y sinvergüenzas que decían tener la verdad sentada en el hombro. Yo sólo puedo escribirte que no hay varitas mágicas, ni ábrete sésamos. Esos son cuentos chinos. De lo que sí estoy seguro es de que no hay mejor vacuna que el conocimiento. Me refiero a la cultura, en el sentido amplio y generoso del término: no soluciona casi nada, pero ayuda a comprender, a asumir, sin caer en el embrutecimiento, o en la resignación. Con ello quiero sugerirte que leas, que viajes, y que mires. Fíjate bien. Eres el último eslabón de una cadena maravillosa que tiene diez mil años de historia; de una cultura originalmente mediterránea que arranca de la Biblia, Egipto y la Grecia clásica, que luego se hace romana y fertiliza al occidente que hoy llamamos Europa. Una cultura que se mezcla con otras a medida que se extiende, que se impregna de Islam hasta florecer en la latinidad cristiana medieval y el Renacimiento, y luego viaja a América en naves españolas para retornar enriquecida por ese nuevo y vigoroso mestizaje, antes de volverse Ilustración, o fiesta de las ideas, y ochocentismo de revoluciones y esperanzas. O sea, que no naciste ayer.


Para conocerte, para comprender, lee al menos lo básico. Estudia la Mitología, y también a Homero, y a Virgilio, y las historias del mundo antiguo que sentó las bases políticas e intelectuales de éste. Conoce al menos el alfabeto griego y un vocabulario básico. Estudia latín si puedes, aunque sólo sea un año o dos, para tener la base, la madre, del universo en que te mueves. Da igual que te gusten las ciencias: ten presente -como siempre recuerda Pepe Perona, mi amigo el maestro de Gramática-, que Newton escribió en latín sus Principia Matemática, y que hasta Descartes toda la ciencia europea se escribió en esa lengua. Debes hablar inglés y francés por lo menos, chapurrear un poco de italiano, y que el estudio del gallego, del euskera, del catalán, que tal vez sean tus hermosas y necesarias lenguas maternas, no te impida nunca dominar a la perfección ese eficaz y bellísimo instrumento al que aquí llamanos castellano y en todo el mundo, América incluida, conocen como español.


Para ello, lee como mínimo a Quevedo y a Cervantes, échale un vistazo al teatro y la poesía del siglo de Oro, conoce a Moratín, que era madrileño, a Galdós, que era canario, a Valle-Inclán, que era gallego, a Pío Baroja, que era vasco. Rastrea sus textos y encontrarás etimologías, aportaciones de todas las lenguas españolas además de las clásicas y semíticas. Con algunos de ellos también aprenderás fácilmente Historia, y eso te llevará a Polibio, Herodoto, Suetonio, Tácito, Muntaner, Moncada, Bernal Díaz del Castillo, Gibbon, Menéndez Pidal, Elliot, Fernández Álvarez, Kamen y a tantos otros. Ponlos a todos en buena compañía con Dante, Shakespeare, Voltaire, Dickens, Stendhal, Dostoievski, Tolstoi, Melville, Mann. No olvides el Nuevo Testamento, y recuerda que en el principio fue la Biblia, y que toda la historia de la Filosofía no es, en cierto modo, sino notas a pie de página a las obras de Platón y Aristóteles.


Viaja, y hazlo con esos libros en la intención, en la memoria y en la mochila. Verás qué pocos fanatismos e ignorancias de pueblo y cabra de campanario sobreviven a una visita paciente a El Escorial, a una mañana en el museo del Prado, a un paseo por los barrios viejos de Sevilla, a una cerveza bajo el acueducto de Segovia. Llégate a la Costa de la Muerte y mira morir el sol como lo veían los antiguos celtas del Finis Terrae. Tapea en el casco viejo de San Sebastián mientras consideras la posibilidad de que parte del castellano pudo nacer del intento vasco por hablar latín. Observa desde las ruinas romanas de Tarragona el mar por el que vinieron las legiones y los dioses, intuye en Extremadura por qué sus hombres se fueron a conquistar América, sigue al Cid desde la catedral de Burgos a las murallas de Valencia, a los moriscos y sefardíes en su triste y dilatado exilio. En Granada, Córdoba, Melilla, convéncete de que el moro de la patera nunca será extranjero para ti. Y sitúa todo eso en un marco general, que también es tuyo, visitando el Coliseo de Roma, la catedral de Estrasburgo, Lisboa, el Vaticano, el monte San Michel. Tómate un café en Viena y en París, mira los museos de Londres, descubre una etimología almogávar en el bazar de Estambul o una palabra hispana en un restaurante de Nueva York, lee a Borges en la Recoleta de Buenos Aires, sube a las pirámides de Egipto y a las mejicanas de Teotihuacán. Si haces todo eso -o al menos sueñas con hacerlo-, conocerás la única patria que de verdad vale la pena.


Arturo Pérez-Reverte, 19-11-2000

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